El Barça juega con red.

El personal está cansado de callarse. El Barça juega con red y eso atenta contra el fair play y la limpieza de las competiciones. Que el tal Obrevo hurtase al Chelsea tres o cuatro penaltis para permitir que el Barça jugase la final de la Champions ya daba una pista de lo que nos podía esperar. Curiosamente, Obrevo la lió en Múnich hace una semana. Pobre Fiorentina. El noruego siempre se equivoca en la dirección adecuada, es decir, la que le gusta a Ángel María Vilar, Presidente de la Comisión de Arbitros de la UEFA. El Villarato tiene su sección internacional en Zúrich y Villar maneja los hijos para que siempre salgan beneficiados los mismos. El Stuttgart lo sufrió anoche en sus carnes. Dos penaltis clamorosos no se escamotan así como así al equipo de casa… salvo que el visitante sea el Barça. Que no discuto que juega bien (aunque en la primera parte fue un guiñapo en manos de los alemanes), que tiene grandes futbolistas y que Guardiola es un magnífico entrenador. Pero sin las ayudas arbitrales nada de lo que ha ocurrido este año habría sucedido. Sin los árbitros del Platinato, el Barça habría ganado tres títulos como mucho. Y sin los árbitros del Villarato, ahora el Madrid sería líder en solitario en la Liga. Es lo que hay.



El Madrid, no obstante, no debe caer en esas provocaciones del sistema. Que siga jugando a su ritmo, con Cristiano apoderándose de la escena. El Madrid ha recuperado la bandera del fútbol porque ahora la pelota es suya y los demás miran. Si Pellegrini consigue trabajar por fin en un clima de serenidad, al Madrid le va a ir muy bien de aquí a mayo. Todo son buenas noticias. Kaká empieza a carburar, Granero está consolidado, Higuaín es un hacha, Guti culmina su regreso a los terrenos de juego, la defensa es una roca, Casillas apenas recibe goles, Xabi va cogiendo el hilo… El Barça ya pasó sus días de vino y rosas. Los árbitros le dan la respiración asistida pero no será suficiente. Estamos asistiendo al final del sextete. Villar, no te deprimas. Son las cosas del ‘furbol’…

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